viernes, 4 de octubre de 2013

CRÓNICAS DE CINE: Apología de la estética expresionista



 
Fotogramas de El Gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920),
Fotos: Carmen del Puerto.


Voy a dar algunas pistas: decorados retorcidos, ángulos imposibles, perspectivas extrañas; escenas coloreadas en rosa, azul o sepia, rodadas en el interior de los estudios; fundidos en negro, luces y sombras muy contrastadas; manifestación de lo onírico, distorsión de la realidad, máxima expresión; interpretaciones exageradas, rostros muy maquillados; atmósfera inquietante; argumento con inesperada vuelta de tuerca; metáfora de una sociedad hipnotizada; toda una revolución en el cine mudo finalizada la Primera Guerra Mundial.

Hablo de una innovadora película de terror que rescato de mi memoria: El Gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920), cumbre del expresionismo alemán, que impuso una estética inolvidable y a la que hoy rindo homenaje en el bazar de la Metáfora.

UNA ANÉCDOTA: Se cuenta que el guionista solicitó diseños inspirados en el ilustrador austriaco Alfred Kubin, pero dada su mala caligrafía, en lugar de “Kubin” los diseñadores entendieron “Cubist”. De ahí las proyecciones oblicuas, las ventanas con forma de rombos apaisados y las puertas triangulares.

CRÓNICAS DE CINE: La hipnosis de Conrad Veidt



 
 

Fotogramas de El Gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920),
con el actor alemán Conrad Veidt interpretando a Cesare en estado de hipnosis.
Fotos: Carmen del Puerto.


Abrí los ojos porque así me lo habían ordenado y abandoné mi frágil ataúd de madera. Supuestamente dormía entre aquellos tablones carcomidos. Pero lo cierto es que no sabía si estaba vivo o muerto. Sin movilidad, sin respiración, sin pulso. No respondía a los estímulos. Sólo al oír su voz mi cuerpo obedeció ciegamente, como en ocasiones anteriores. En apariencia desperté de mi estado catatónico, recuperando la movilidad del cuerpo, aunque actuando  como un sonámbulo, con la espalda rígida y sin conciencia. Al caer la noche, ejecuté las órdenes del doctor, una acción criminal nuevamente. Hipnoticé a mi víctima. Imposible resistirse a un rostro tan demacrado, a una mirada tan diabólica y a unas ojeras tan oscuras. Y entonces mis largas y huesudas manos te estrangularon.

Mesmer en la medicina, un tal P. (intuyo que Poe) en la literatura, Caligari en el cine y Estromg en la televisión… Todos ellos creyeron en el “magnetismo animal”, en la capacidad de la hipnosis como técnica terapéutica o inductora de comportamientos poco éticos, cuando no delitos propiamente. Con todos ellos he experimentado el suspense y el miedo a lo sobrenatural, se me ha erizado la piel, me he mordido las uñas y he tenido espantosas pesadillas. ¡Cuánto debe mi imaginación a las grandes obras del género de terror!

“El caso del Sr. Valdemar”, episodio de la serie “Historias para no dormir”, de Narciso Ibáñez Serrador, basado en un relato de Edgar Alan Poe (versión realizada en 1982 del programa emitido en 1966):