sábado, 11 de abril de 2015

EL BLOG DE HENRIETTA: Argumento para una vida

Escena de la obra El honor perdido de Henrietta Leavitt.
Foto: Antonio del Rosario (MCC/OAMC).

"Suena la música de Shirley Bassey. La astrónoma Henrietta Swan Leavitt está escribiendo un diario cuando recibe la visita de un célebre periodista de la CBS, Edward Roscoe Murrow. El interés de esta cadena de televisión americana por rendirle un homenaje sorprende a Henrietta que, sin embargo, acepta someterse a la entrevista. Su amiga y colega del Observatorio de la Universidad de Harvard Annie Jump Cannon la acompaña en la mayor parte de las sesiones. Todo transcurre con naturalidad hasta que el periodista intenta obtener información sobre algunas cuestiones que Henrietta parece querer ocultar, como la relación que mantuvo con el director del Observatorio, Edward Charles Pickering, y el motivo por el que no logró en su momento el reconocimiento que se merecía."

Con este argumento armé la obra de teatro "El honor perdido de Henrietta Levitt", un homenaje a esta astrónoma y al papel de las mujeres en la Astronomía, cuya labor no siempre obtuvo el merecido reconocimiento debido a los prejuicios sociales que en el pasado limitaban la percepción y valoración de lo femenino a la esfera puramente doméstica. Un homenaje extensible a muchas otras mujeres, ya sea en los campos de la ciencia o del arte. A todas ellas, gracias por sostener la mitad del cielo.

Descubriendo a Miss Leavitt

Henrietta Swan Leavitt se presentó varias veces en las clases de “Comunicación de Resultados Científicos y Didáctica de la Astronomía” que yo impartía en el Máster Oficial en Astrofísica de la Universidad de La Laguna. Se reencarnaba en mis alumnas, que la elegían para una práctica habitual de teatro en la que grandes personajes de la historia de la Ciencia son entrevistados por periodistas especializados. La astrónoma americana nacida en el siglo XIX me era hasta entonces desconocida. Después, no pude evitar su atracción gravitatoria y me vi escribiendo una obra de teatro en torno a ella.

Construí un relato a partir de la poca documentación que existe sobre Miss Leavitt, como la llamaban, a quien debemos la “regla” de medir grandes distancias en el Universo. Ella y su colega Annie Jump Cannon, otro personaje de la obra, pertenecieron al famoso equipo de mujeres que trabajó en el Observatorio de la Universidad de Harvard bajo las órdenes de Edward Charles Pickering. Ambas fueron brillantes astrónomas que también tuvieron en común sus limitadas capacidades auditivas.

Pero a falta de datos sobre muchas circunstancias que rodearon la vida de Henrietta Leavitt, introduje en la historia algunas licencias: jugué con la ambientación histórica e incorporé elementos de ficción y anacronismos intencionados.

Los actores

Antes de que tomara forma El honor perdido de Henrietta Leavitt, yo ya había elegido a la actriz que encarnaría a Henrietta Leavitt. Así que, de alguna manera, escribí pensando en ella y el personaje principal se ajustó a su perfil. Posteriormente, en los ensayos, entre las dos buscamos un mayor acercamiento a la persona real que debía interpretar, una mujer muy inteligente, pero sencilla y tímida a quien le entusiasmaba su trabajo. La actriz debía saber transmitir ese entusiasmo. Henrietta era, quiero pensar, “el papel”, de la actriz y divulgadora científica Natalia Ruiz, mi colega y amiga. 

El contrapunto en la historia lo debía dar otra mujer. Consideré imprescindible que fuera la también astrónoma brillante Annie Jump Cannon, por su gran amistad con Henrietta y porque ella sí dejó escrito un diario gracias al cual sabemos algunos detalles de la vida de Miss Leavitt. Natalia me habló de Débora Ávila para ese papel. Confié plenamente en su criterio y no me equivocaría. Débora, incluso, fue mi Ayudante de Dirección. El dramatismo y la emoción contenida con que interpretaba la última escena, donde por fin se justifica el título de la obra, eran insuperables.

Cuando rechazaba poner cara a Edward Pickering, porque le tocaba ser el malvado de la película, se me ocurrió introducir un anacronismo histórico: traer a ese espacio-tiempo sin definir donde ubiqué a Henrietta y a Annie, a un personaje no contemporáneo de las astrónomas, posterior en el tiempo. Y así surgió el recuerdo del periodista Edward Roscoe Murrow, quien se enfrentó al senador McCarthy en la Caza de Brujas y del que se hizo una excelente película protagonizada por David Strathairn y George Clooney.

De nuevo, Natalia resolvió la cuestión del casting y me propuso a Javier Martos, del que previamente visionamos un corto. De inmediato le vi como Murrow, un papel que, si bien era el menos lucido en la mayor parte de las escenas, sorprendería al término de la obra. A Javier le estaba reservado el efectista epílogo en los estudios de la CBS, donde con vehemencia apelaría a nuestras conciencias. Sencillamente, estuvo soberbio.

El escenario

Soberbio también el magnífico escenario expresionista diseñado por mi compañero Diego Giuliano Loqui, un gran artista que partió antes de tiempo, dejándonos sin consuelo, y a quien hoy le hago llegar desde este bazar mi agradecimiento más sincero, esté donde esté.


Porque Henrietta se lo merecía, rescato este material de "El blog de Henrietta", ubicado dentro de mi primer blog "El bazar de la Retórica" y que se puede ver completo en:
http://elbazardelaretorica.blogspot.com.es/p/el-blog-de-henrietta.html



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