Monumento del Holocausto, en Berlín.
La misma imagen tratada con distintos editores gráficos.
Fotos: Carmen del Puerto.
Inútil su esfuerzo.
Quizá la capa de Protectosil
(inhibidor de corrosión) haya evitado pintadas, graffiti y esvásticas neonazis en
las estelas de este monumento berlinés que honra la memoria de los seis millones
de judíos víctimas del Holocausto. Pero la protección anti-pintura no ha
cubierto posibles transformaciones de color como las que se muestran en este
bazar de la Metáfora. Seguro que Peter Eisenman me denuncia por ello, aunque el
prestigioso arquitecto neoyorkino de origen judío tampoco se libró de las
críticas en su momento.
Mientras se ejecutaba el
proyecto, la prensa suiza desveló el pasado nazi de Degussa, la empresa química alemana que suministraba el Protectosil. Su filial, Degesch, había producido el mortífero
gas Zyklon B que los nazis usaron
para ejecutar a personas en los campos de concentración. La indignación de la
comunidad judía no se hizo esperar y la construcción del Memorial se detuvo. Pero
retirar a Degussa del proyecto, que
ya había aplicado su producto en muchas de las estelas, y contratar a una nueva
empresa en su lugar habría supuesto unos costes que los políticos alemanes no
estaban dispuestos a asumir. Eisenman, por su parte, temió que el monumento que
había diseñado y que se había logrado imponer sobre otras propuestas quedara finalmente
a medias. Ambas razones hicieron que se zanjara la controversia. Degussa siguió
en el proyecto y el Monumento se inauguró el 10 de mayo de 2005, aunque irónicamente
vinculado a las cámaras de gas.
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